Paseo del Olympiacos de Bartzokas ante un Barça que llegaba líder de la Euroliga y que salió mareado del puerto del Pireo. El resultado final (95-74) refleja lo que fue el partido, una agonía para el Barça. Si has ganado cinco partidos seguidos de Euroliga, lo normal es perder ante el gran aspirante al título. Si en una semana, el domingo juegas en Málaga y el martes en Estambul, el jueves llegas tieso a Atenas. Si la energía te dura nueve minutos, lo normal es que te atropellen. Si en el último minuto del primer cuarto, con el partido igualado, permites que te metan un parcial de 8-0, adiós muy buenas. Si defiendes mal porque ya defendiste bien contra Efes, te pintan la cara. Si solo metes cuatro triples de 18 intentos, mal lo tienes. Si el rival coge 13 rebotes más que tu equipo, mal lo tienes. Si, además, te cogen 15 rebotes ofensivos bajo tu aro, date por jodido.
Si Vezenkov, ex del Barça, te machaca, te tiras de los pelos. Si Vesely falla sus tres primeros tiros a media distancia, das muchas ventajas. Si el capitán Abrines se queda sin anotar es que el aro rival es muy pequeño. Si el Metu contra Olympiacos nadie tiene que ver con el sublime Metu ante Efes, se explican muchas cosas de las que pasaron anoche.
Si Willy Hernangómez, el único pivot que ayer estaba entonado, solo juega 14 minutos, cuesta de entender. Si Fall solo sirve para ganar el salto inicial, mal negocio. Si todo lo fiamos al acierto de Kevin Punter, será difícil construir un equipo. Si Núñez pierde tres balones y no recupera ni uno, el rival se viene arriba. Si se te lesiona la estrella de las últimas temporadas, como Laprovittola, y no podrás contar en todo el curso, y no le buscas pronto un sustituto, el equipo llegará sin aire a las vacaciones de Navidad.
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