Vincent Kompany le ha devuelto la sonrisa al Bayern, que terminó la temporada pasada sin tocar metal después de 12 años. Con el belga, cuyo único bagaje en los banquillos se reducía a dos años en el Anderlecht (2020-22) y otros dos en el Burnley (2022-24), los muniqueses todavía no conocen la derrota en Bundesliga (siete triunfos y dos empates) y tienen la única tarea pendiente de la Champions League, donde han sumado solo 3/9 puntos posibles.
Y todo ello, pese a las múltiples bajas que ha acumulado, sobre todo en defensa. Hiroki Ito, incorporado en verano desde el Stuttgart, ni siquiera ha debutado con su nuevo equipo; Josip Stanisic, de vuelta tras su cesión en el Bayer Leverkusen, cayó lesionado en la primera ronda de la DKB Pokal y Sacha Boey fue operado a mediados de septiembre de una rotura en el menisco.
Guerreiro y Laimer, recursos de emergencia
Este último, titular en dos de las tres primeras fechas ligueras, será el primero que estará nuevamente a disposición de Kompany, puesto que este lunes ha vuelto a entrenarse con el grupo. Sin duda un alivio para el técnico bávaro, que sin Boey ni Stanisic, con el que no quiere correr riesgos, ha tenido que tirar de Raphaël Guerreiro, lateral pero zurdo, y Konrad Laimer, un centrocampista, en el costado derecho de su defensa.
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El miércoles, en la visita del Benfica de Bruno Lage al Allianz Arena (21.00h.), seguramente sea muy pronto para ver al francés de vuelta a los terrenos de juego, aunque no hoy que descartar que el domingo, en St. Pauli (15.30h.), vuelva a tener minutos.
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