Julio Alberto Moreno Casas (Candás, Asturias, 7 de octubre de 1958) fue uno de los mejores laterales del mundo de la década de los 70 y 80. Su biografía pasó del éxito y el glamour del primer plano profesional del fútbol a una fase de crisis personal que, entre otras consecuencias, le llevó a entrar en la esfera de las adicciones. Por eso, una de sus ocupaciones más gratificantes desde hace tiempo es dar voz al proyecto de la Fundación Relife, con el gran objetivo de «recuperar vidas». Quien fuera futbolista internacional del Atlético de Madrid y del FC Barcelona entre 1977 y 1991, desveló ante el periodista Gonzo en el programade La Sexta facetas de su carrera y de su propia experiencia vital que llamaron poderosamente la atención.
Una de las declaraciones más impactantes fue su sincero reconocimiento de cómo entró en la profesión que le hizo famoso. «No me gustaba el fútbol», admitió. En su relato, Julio Alberto explicó cómo se le presentó esa posibilidad, siendo muy muy joven y mandando cartas a los clubs madrileños para ganarse una oportunidad en el fútbol base. El Atlético fue el que recogió el guante. «A mi no me gustaba el fútbol. Yo lo que quería es ser ciclista. Venía de hacer mucho deporte, pero en Madrid lo único que podíamos hacer es jugar al fútbol», rememoró.
«A mi no me gustaba el fútbol. Yo lo que quería es ser ciclista»
Uno de sus recuerdos más claros, por la precisión del dato, fue el importe de su primer sueldo como futbolista y los problemas que le ocasionó al llevarlo a casa. «El primer sueldo fueron 68.700 pesetas, clavadas», destacó intentando transmitir la ilusión que le provocó en aquellos lejanos años 70. «Yo estaba ganando como botones del Banco Vitalicio 8.700 pesetas y a mí me dieron en el Atlético un sobre ¡con 68.700 pesetas!». Al cruzar la puerta de su casa, detalló cómo fue la reacción de su madre al saber de esa cifra. «Cuando llegué a casa, ante mis hermanos y mi madre, saqué el sobre y ella me preguntó que qué era ‘eso’, que de dónde le había sacado’. Yo le dije que me lo habían dado ‘en el fútbol’. ‘El fútbol, el fútbol… ¡Fuera de casa!’, me contestó mi madre. ‘O devuelves lo que has robado a no no vuelvas’, añadió. Tuve que llamar al Atlético De Madrid para que le explicaran a mi madre que aquellas 68.700 pesetas eran mi primer sueldo», detalló.
A partir de ahí, aclarada la procedencia del dinero, Julio Alberto desveló a qué dedicó aquel ingreso tan sustancioso para él. «Lo primero que hice fue llenar la nevera… éramos muy pobres y llenamos la nevera», recordó emocionado. También dedicó otra parte a primeras necesidades familiares. «Compré un pijama, unas zapatillas y una bata para mi madre y unas bambas de deporte, unas mochilas y unos uniformes ‘espectaculares’ a mis hermanos«, enumeró.
«Lo primero que hice con mi primer sueldo fue llenar la nevera… éramos muy pobres»
Cuando las ganancias crecieron con su progreso en el fútbol profesional, sobre todo a raíz de su fichaje por el FC Barcelona en 1982 a cambio de 90 millones de pesetas, una cifra muy alta en aquella época, Julio Alberto empleó el dinero, a su entender, en hacer cosas que vistas hoy aún le cuesta explicar. «Un día me llamó mi madre y me dijo ‘vente a comer a casa’ porque sabía que en el fútbol teníamos fiesta y no había partidos. Yo le dije que no podía ir porque tenía ‘negocios’ cuando era mentira. Lo que iba a hacer es irme de compras a Nueva York, a comprar jerseys… ¡¿Qué cojones hacía yo comprando jerseys en Nueva York?», se preguntó décadas después en voz alta. «Sabes el tiempo que he perdido al no ir a comer con mi mamá y mis hermanos haciendo este tipo de cosas», lamentó durante la entrevista.
La velocidad del fútbol profesional, la vital más que la dfel terreno de juego, es difícil de asimilar para deportistas tan jóvenes. Julio Alberto admitió que su marcha al Barça en una operación muy impoortante a todos los niveles a principios de los 80 vino a ser un antes y un después. «No da tiempo a encajarlo, va todo muy rápido. Tienes tantas cosas… el fútbol tu vida. Cualquier persona a la que es tres días es ya amigo tuyo, sin pararte a pensar en qué intenciones tiene. Tanta gente se acerca en ese círculo que es muy difícil identificarlo», resumió.
Su historia de superación tiene el peaje del eterno recuerdo que mediáticamente acarrea su figura. «Me duele; si dijera que no me duele, mentiría. ¡Otra vez la misma historia!… el mismo artículo que viene a recordarme que me he equivocado», lamentó con sinceridad. Así que su principal mensaje, el propósito que puede ayudar a otras personas, es resaltar su esfuerzo para disfrutar de verdad de la vida y alejarse de lo superfluo. «Soy una persona tremendamente sencilla, que ha pasado muchísimas cosas; éxito, fracaso, superación, resiliencia… que ha ganado una batalla de la cual me siento orgulloso. Vivo enamorado de la vida. Sólo tenemos esta oportunidad», resaltó. Para finalizar su charla con Gonzo en ‘Salvados’, Julio Alberto puso ejemplos prácticos de lo que, en la vida, es realmente importante. «El dinero no puede comprar amor, aunque pueda pagar el sexo. El dinero puede comprar una casa, pero no un hogar. El dinero puede pagar una fiesta, pero no una amistad. Me di cuenta más tarde de todo eso», concluyó.
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