Según el nuevo informe de la Red de Mujeres Constructoras de Paz, “El alto precio de la desigualdad”, las mujeres de estratos más bajos son las más vulneradas en Venezuela.
En un conversatorio, transmitido en la cuenta en X de Runrun.es, María Laura Chang, editora de la red, Marianela Balbi Ocho, directora del Instituto de Prensa y Sociedad de Venezuela, y Luisa Kislinger, investigadora y activista de los derechos humanos, conversaron sobre las cifras del informe y recordaron la importancia de trabajar en políticas públicas en materia de derechos sexuales y reproductivos.
La Red de Mujeres Constructoras de Paz es una alianza que involucra a activistas comunitarias, activistas y periodistas en diferentes partes de Venezuela. El objetivo es divulgar información sobre la desigualdad de género y sensibilizar sobre temas importantes.
De las mujeres menstruantes entrevistadas para el informe, en 16 estados del país, 40 % aseguró no usar ningún método anticonceptivo por falta de acceso y los altos costos.
Para Kislinger, es una necesidad que la educación sexual integral se incorpore en las escuelas y existan servicios de salud sexual y reproductiva al alcance de todas las personas.
La especialista detalló: “La falta de información sobre métodos anticonceptivos y la falta de acceso a ellos trae como consecuencia embarazos no planificados. Esto expone a las mujeres a tener menos oportunidades educativas y laborales y por eso, muchas optan por interrumpir sus embarazos en condiciones inadecuadas”, afirmó.
Recordó que en Venezuela, la interrupción voluntaria del embarazo está penalizada en el Código Penal, por lo tanto, las mujeres no puede tomar dicha decisión.
“La falta de conocimiento hace que ellas pongan su vida en riesgo. Los abortos inseguros inciden en la mortalidad materna y son prácticas que atentan en contra de la vida de las mujeres”, indicó.
En la conversación, precisó además: “Es un tema de decidir, es un ejercicio de derecho, derecho de la vida y ocurre cuando la vida de las mujeres se ve amenazadas por una práctica que se realice de forma insegura”.
Una vida pausada por la menstruación
Otro tema que se generó en el Space fue cómo viven las venezolanas la menstruación. De las mujeres encuestadas, 34 % confesaron pausa en sus actividades o privarse de espacios públicos debido a la menstruación.
Según la ONU Mujeres, la menstruación es una parte importante de los derechos sexuales y reproductivos. “El estigma, el elevado costo de los productos menstruales y la falta de instalaciones de agua y saneamiento causan la pobreza asociada a la menstruación en todo el mundo”, afirman en su página web.
En Venezuela, la realidad no es diferente. María Laura Chang, editora de la Red de Mujeres Constructoras, comunicó que el país continúa en una emergencia humanitaria compleja: 20 millones de personas tienen necesidades humanitarias y la más de la mitad está en etapa reproductiva.
“Las mujeres son las que más sufren las consecuencias”, dijo. El informe aporta información sobre cómo la falta de acceso a productos afecta a las mujeres más vulnerables del país.
“Es interesante tomar estos datos: ‘Cómo se responde al tema del ausentismo durante la menstruación?, ‘¿Se les da permiso a las mujeres?’”, se preguntó Luisa Kislinger.
Explicaron que ese es el alto precio de la desigualdad: muchas mujeres no cuentan con los recursos para gestionar su menstruación, ni con medicinas. A esto se le suma, las tareas de cuidados y como las mujeres, en un contexto social, sienten la responsabilidad de no abandonar ningún espacio, incluso el laboral, pese a tener fuertes dolores menstruales.
Labores de cuidados
En Venezuela, las labores de cuidado también recaen exclusivamente en las mujeres. “Las mujeres con escasos recursos dedican más horas a las labores del hogar. No existen recursos para que los cuidados sean ejercidos por alguien más. Entonces, también vemos que hay mujeres que terminan en trabajos precarizados, sin beneficios ni garantías, seguros médicos o inseguridad laboral”, dijo Kislinger.
Según el informe, 25 % de los hombres no hacen ningún tipo de labor en el hogar y el porcentaje aumenta en las clases más altas, alcanzando 33 %.
Además de eso, se destaca que 50 % de los hombres no están involucrados en los cuidados de sus hijos. “Lo mismo puede ocurrir con algunas mujeres, que no estén involucradas en la crianza de su hijo, pero se observa que este papel es ejercido por otra mujer: una abuela, una tía”, subrayó María Laura Chang.

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