“Murió mi madre en Venezuela y no pude asistir a su funeral, por eso es que cuando a uno le dicen que no se meta en política, eso es totalmente falso, la política tiene que ver con todo, fueron 14 horas para que fueran a buscar el cuerpo de mi madre, conseguir un hueco para enterrarla fue otro proceso, cada vez que la llamaba la videollamada se caía por el internet, todo eso tiene que ver con la política” relató Alexandro Noguera, quien se hizo popular por su personaje de Charly Mata en el programa Radio Rochela del canal de televisión cerrado por el chavismo, RCTV.
El pasado 28 de julio, día en que se efectuaron las elecciones presidenciales, el catcher de los Cardenales de San Luis en el béisbol de Grandes Ligas, Wilson Contreras, se mostró visiblemente conmovido mientras corría las bases luego de pegar un jonrón.
“Hoy es uno de los días más importantes de la historia de Venezuela, desde hace 25 años esta misma gente está allí y yo era parte de lo que se vivió…realmente le pido a Dios que esto llegue a su fin, el pueblo de Venezuela y todos los venezolanos necesitamos un cambio para siempre”, dijo el receptor frente a los periodistas posterior al juego.
La otra cara de esa moneda le tocó a Oscar De León. Este año, el cantante generó una polémica luego de afirmar en un programa de televisión que prefería no hablar de política.
“Una palabra mía no va a resolver los problemas, yo no puedo decir nada de eso, siempre me he mantenido en el centro de la cosa para uno y para otro…voy a mis espectáculos y los lleno todos, entonces, con una sola palabra que diga se me van a ir todos y me van a dejar el espectáculo vacío”, sostuvo el salsero caraqueño.
El silencio de De León frente a la situación política provocó que un grupo de venezolanos en Miami convocara un boicot para que dejaran de asistir a su concierto en la ciudad floridana a mediados de septiembre. Lo tildaron de “colaboracionista” del régimen.
Así como el salsero, otros artistas y figuras públicas se han abstenido de pronunciarse en torno a la crisis política venezolana, especialmente después de la represión del 28 de julio.
¿Miedo, cálculo económico, cautela o simplemente desinterés y apatía? Las razones del silencio no están claras, lo cierto es que la mayoría de quienes alzan la voz, denunciado un eventual fraude electoral y condenando la represión luego del 28J, se encuentran fuera del territorio nacional y aún así no dejan de ser blanco de amenazas.
En abril de este año, el ahora ministro de Interior y Justicia, Diosdado Cabello, acusó sin pruebas al comediante George Harris, al animador Daniel Sarcos y al influencer Javier “Hala Madrid”, entre otros, de estar implicados en una red de corrupción y conspiración contra Venezuela.
Cerrar los ojos para no ver
“Hay un dicho por ahí que dice que en tiempos de guerra no se puede ser neutral, pero más allá de eso cada quien tiene derecho a su libertad de expresión política y privacidad”, dijo Laura Louza, directora y fundadora de la ONG Acceso a la Justicia.
Louza agregó que en una sociedad se espera que las figuras referentes y que ejercen algún tipo de influencia, asuman una posición.
“Obviamente, la sociedad tiene derecho a juzgar a la gente que es referencia, nadie duda que lo acontecido en Venezuela ha sido una vulneración atroz a los derechos humanos y lo mínimo es esperar una condena a este tipo de conductas”, consideró.
Rafael Uzcátegui, director de Laboratorio de Paz, indicó que la manera en que se comporta una sociedad no solamente se mide por lo establecido en las leyes, sino también por el comportamiento de sus diferentes referentes y figuras de autoridad.
“Este es un momento preocupante para Venezuela al que los sociólogos denominan anomia social, pues hay una abierta ruptura de las normas para la convivencia”, explicó.
Martha Tineo, directora de la ONG Justicia, Encuentro y Perdón, añadió que antes de profesionales y artistas, los seres humanos son ciudadanos, cuyo respeto a la dignidad y la solidaridad debe estar presente.
“Existe la solidaridad como sentimiento humano y el instinto natural de conmovernos ante el sufrimiento de otros. No creo en el bienestar individual sin un bienestar común, los seres humanos somos por naturaleza interdependientes y vivimos en permanentes relaciones. No somos islas, somos gente que comparte un lugar físico y emocional y disociarse de esa realidad tal vez sea un recurso que a algunos les permite continuar, pero creo que a un elevado costo”, opinó.
Uzcátegui enfatizó que aunque se pueda entender el silencio de las figuras públicas por miedo a represalias contra sus familiares, eso trae como consecuencia la ausencia de figuras de autoridad moral en la sociedad.
“Lo que puede catalizar un comportamiento de cinismo generalizado. Yo creo que por eso estamos en el peor momento de extorsión de los funcionarios públicos, no solamente por la tolerancia que existe para que sea una herramienta de intimidación, sino por el mal ejemplo divulgado desde la cúspide del Estado. Si no tenemos referentes de lo que está bien y lo que está mal, se está promoviendo a que la gente tome sus propias decisiones en base a coordenadas que no son compartidas socialmente”, argumentó.
Tineo aseveró que el miedo ha sido históricamente utilizado por los poderes autoritarios para dominar a los pueblos.
“La sociedad venezolana está atemorizada, y en medio de esa realidad hay quienes deciden callar, no solo para evitar ser victimizados por persecución política, sino para intentar preservar un status que les permita acceder a contrataciones y beneficios propios de sus oficios”.
Uzcátegui indicó que en este momento la única figura pública que parece ser coherente entre lo que dice y lo que hace es María Corina Machado.
“En el caso de Nicolás Maduro, que la principal figura del Estado se comporte como lo hizo el 28 de julio genera una relajación total de las normas asumidas colectivamente”, sostuvo.
Tineo sostuvo que acercarse al dolor de otros y ser empático es quizás el recurso más valioso que tiene la sociedad para la sobrevivencia.
“Sin embargo, así como me acerco a la solidaridad como valor superior, me alejo del odio, y el efecto que produce tanto en lo individual como en el colectivo”, agregó.
La activista manifestó que la intolerancia nos aleja tanto como la indiferencia.
“Me pongo en el lugar de quienes sufren y les presto mi voz y les comparto mi empeño en la recuperación de su dignidad que también es la mía, precisamente para que nunca más cerrar los ojos para salvarse tenga que ser una opción”, concluyó.

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