Al mismo tiempo que el mundo del fútbol se estrujaba los sesos para explicar el mal partido de Kylian Mbappé ante el Liverpool, una foto circulaba a toda velocidad por las redes que lo ilustraba a la perfección. Sin necesidad de escribir una sola letra. En ella se podía ver al francés aterrizando con toda su cara en el césped de Anfield como si fuera el propio verde quien le estuviera diciendo al oído algo del estilo: «No, Mbappé, no. Esta noche no es la tuya».
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Porque será culpa del fútbol, esa ciencia inexacta, del color ‘blanco-presión’ de la camiseta del Real, de la táctica o de todo y de nada a la vez pero lo que queda claro es que, a estas alturas de curso, se puede afirmar que es este no es el Mbappé que se esperaba ver. Y ante los ‘reds’, cuando todo el mundo le esperaba, lo volvió a demostrar. No está.
Y es que no le sale nada y lo falla todo. Pases, regates, disparos. Incluido un penalti que hubiera metido al equipo en el partido y que marró de manera muy clara, como si el final ya estuviera escrito antes de lanzarlo y no hubiera nada que hacer.
Es cierto que el físico le da y la cabeza también pues no parece que desfallezca en su empeño por brillar pero son las piernas, esas con las que ha sido superior al resto durante los últimos tiempos, las que no le responden. Tampoco la química con sus compañeros a los que no entiende del todo.
Con todo eso, Mbappé firmó una noche aciaga en Liverpool que además quedará plasmada en una sola foto que, como si fuera la anatomía de un instante, recogerá dentro todos los adjetivos, verbos y adverbios que se quieran nombrar para encontrarle una explicación a este momento. Aunque no la tenga.
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