La previa de este Francia-Israel estuvo marcada por las grandes medidas de seguridad adoptadas para evitar incidentes como los acaecidos en torno al Ajax-Maccabi Tel Aviv de hace unos días, y en cierto modo se cumplió el cometido (aunque no por completo), pero por el camino se enrareció tanto el ambiente hasta llegar al punto en el que el encuentro estuvo muy lejos de ser una fiesta del fútbol. Finalizado el encuentro (y con el deseo globalizado de que a posteriori la historia no cambiase), no hubo que lamentar incidentes más allá de un pequeño altercado en la grada que no pasó a mayores, y eso sin duda es motivo de celebración (teniendo en cuenta los antecedentes y lo que se temía que podía llegar a pasar), pero la entrada que registró el Stade de France apenas pasó de los 10.000 espectadores, conformando una asistencia impropia de un partido de la selección francesa, que acostumbra a llenar el recinto parisino cuando juega.
Las autoridades centraron sus esfuerzos en evitar incidentes tanto como pudieron. Se prohibieron las banderas de Palestina y se hizo todo lo posible para que los aficionados de uno y otro combinado no convergiesen ni en los aledaños ni dentro del estadio. De hecho, a los israelís se les había recomendado no acudir al encuentro. Se vendieron apenas 14.000 entradas para un recinto que puede dar cobijo a 80.000 personas y atendiendo a la retransmisión televisiva incluso cuesta creer que todo aquel que compró una entrada finalmente fue a ver el partido.
En las horas previas al duelo, no hubo aglomeraciones para acceder al estadio, y en los prolegómenos del partido el Stade de France aumentó ostensiblemente el volumen de su megafonía cuando sonó el himno de Israel con el ánimo de que los pitos de la hinchada francesa se escuchasen tan poco como fuera posible. Se logró porque la entrada fue la que fue, pero el hecho en sí habló por sí solo de lo que en realidad estaba sucediendo.
Mediada la primera mitad y con el partido en juego, sí hubo pequeños altercados en la zona en la que estuvo ubicada la afición israelí, al enzarzarse sus integrantes con parte de los franceses de las zonas colindantes, llegando a producirse agresiones.
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