Montilivi volvió a celebrar con alegría tras una jornada de muchos goles y muchas emociones. El Girona recuperó su efectividad goleadora en casa, un hecho que no se veía desde la victoria por 4-0 ante Osasuna en agosto.
Fue un triunfo que supone un gran impulso anímico para el equipo, especialmente en un momento complicado por las múltiples bajas que han afectado al plantel en las últimas semanas. Los ‘blanc-i-vermells’ necesitaban un partido como este para reencontrarse con su mejor versión ofensiva y dejar atrás el bache de resultados antes de viajar a Eindhoven para el próximo compromiso de Champions.
La atmósfera en Montilivi fue especial, aunque pasada por agua. Las Fires de Girona añadieron un ambiente festivo en las gradas, aunque también marcado por la seriedad de la protesta que la afición tenía preparada. En el minuto 12, miles de pañuelos se alzaron al unísono en una pañolada que no pasó desapercibida. La razón de esta manifestación fue clara: el malestar por los precios excesivos de los abonos de Champions, una cuestión que ha generado descontento en la afición.
El simbolismo fue aún más llamativo cuando, justo en ese minuto, el grafismo del marcador desapareció del luminoso. Pero ni siquiera ese detalle distrajo a los aficionados, que no perdonaron la oportunidad de hacer oír su malestar. Los seguidores mantuvieron la pañolada con firmeza, apuntando sus pañuelos hacia el palco en señal de protesta.
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Sobre el césped, el partido fue un vaivén de emociones. El Girona, pese a las dificultades recientes, demostró un juego que recordó al equipo del año pasado, dicho por el propio Míchel. La victoria, sufrida hasta el último segundo, servirá como inyección de moral para afrontar los próximos compromisos con más confianza, con la Champions asomando por el catalejo.
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